Las comunidades activas en Medellín han estado presente en diferentes momentos de su historia relacionados con los cambios económicos, políticos, ambientales y culturales de la ciudad. Una de las labores de resistencia más relevantes es la reivindicación de las memorias de las víctimas del conflicto armado. No obstante, existen otros tipos de conflictos que no tienen relación directa con las armas pero sí con otros tipos de violencias y carencias vinculadas con los derechos humanos y el cuidado del entorno que habitamos todos
La lucha por unas condiciones básicas para el buen vivir como el acceso a los servicios públicos y el disfrute de los derechos en espacios de creación y convivencia, la contrapropuesta de grupos de ciudadanos que buscan otras formas para recorrer y movilizarse en la ciudad, la creación de redes de trabajo locales, la promoción del software libre, el derecho a la seguridad alimentaria y a crear unas relaciones más justas entre productores y consumidores, la importancia de los espacios públicos y la calle como puntos de encuentro ciudadano para la conversación y la tolerancia, la preservación de la arquitectura patrimonial y el cuidado de los recursos naturales como el agua y los árboles, son algunos de los ejercicios de resistencia que aportan un sentido de participación activa y constructiva desde las personas, los ciudadanos.
Reconocer un conflicto significa reconocer una pregunta sin resolver, un problema que puede ser también una invitación al aprendizaje y a la construcción de un proyecto colectivo con diversos caminos posibles de resolución, y a otras preguntas que pueden ser tan importantes como el problema original. Los procesos de resistencia son entonces una oportunidad que surge del conflicto y se convierten en iniciativas de empoderamiento que las personas y grupos sociales tienen sobre temas específicos. Para el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia es esencial reconocer estas manifestaciones como contra relatos que dan paso a un proceso de apropiación social del conocimiento y se propone identificar las formas de organización, gestión, sostenibilidad y comunicación de las prácticas activas de los territorios, que al mismo tiempo son gestos de resistencia ante el mal del archivo, la falta de documentación sobre las acciones comunes y la pérdida de memoria colectiva.