Maria Efigenia Velásquez, una mujer que en su vida albergó la historia misma de la ciudad, una historia de contrastes. Sus trayectorias nos hablan de las desigualdades estructurales que configuran nuestro territorio, de las luchas por una vida digna, por encontrar un lugar en el mundo y de construir con el otro.
El Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, quiere hacer un sentido homenaje a su historia y a su memoria, mantener viva su fuerza y su lucha como inspiración para las generaciones venideras.
Hoy Efigenia está viva en su legado, y sus acciones resonarán en las calles de este barrio.
Efigenia, representante del trabajo colectivo y el amor por un territorio. Fue y será siempre una mujer referente y líder moravita.
En el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, creemos en el poder de las palabras, y es por eso que hoy hacemos un homenaje a la líder fundadora Maria Efigenia Velásquez quién con sus acciones y canciones nos lega una historia de resistencia, trabajo colaborativo y memoria barrial que debe ser compartida con todo el que tenga un corazón Moravita.
En ofrenda a su legado les queremos compartir un poema titulado "La memoria en las manos", fragmento, de Pedro Salina.
Hoy son las manos la memoria.
El alma no se acuerda, está dolida
de tanto recordar. Pero en las manos
queda el recuerdo de lo que han tenido.
Recuerdo de una piedra
que hubo junto a un arroyo
y que cogimos distraídamente
sin darnos cuenta de nuestra ventura.
Pero su peso áspero,
sentir nos hace que por fin cogimos
el fruto más hermoso de los tiempos.
A tiempo sabe
el peso de una piedra entre las manos.
En una piedra está
la paciencia del mundo, madurada despacio.
Incalculable suma
de días y de noches, sol y agua
la que costó esta forma torpe y dura
que acariciar no sabe y acompaña
tan sólo con su peso, oscuramente.
Se estuvo siempre quieta,
sin buscar, encerrada,
en una voluntad densa y constante
de no volar como la mariposa,
de no ser bella, como el lirio,
para salvar de envidias su pureza.
¡Cuántos esbeltos lirios, cuántas gráciles
libélulas se han muerto, allí, a su lado
por correr tanto hacia la primavera!
Ella supo esperar sin pedir nada
más que la eternidad de su ser puro.
Por renunciar al pétalo, y al vuelo,
está viva y me enseña
que un amor debe estarse quizá quieto, muy quieto,
soltar las falsas alas de la prisa,
y derrotar así su propia muerte.
También recuerdan ellas, mis manos,
haber tenido una cabeza amada entre sus palmas.
Nada más misterioso en este mundo.
Los dedos reconocen los cabellos
lentamente, uno a uno, como hojas
de calendario: son recuerdos
de otros tantos, también innumerables
días felices
dóciles al amor que los revive.
Hoy son las manos la memoria.
El alma no se acuerda, está dolida
de tanto recordar. Pero en las manos
queda el recuerdo de lo que han tenido.
La memoria en las manos - Pedro salinas
Eso nos deja su partida, un recuerdo elaborado de cantos y de acciones que nos hacen volver a fijar la mirada atrás; detenernos y escuchar a Moravia.