Sofía está sentada de espaldas al público del auditorio. Entran en escena otras mujeres que la miran con desprecio; en ese momento, por obra y gracia del performance que protagonizan, las mujeres olvidan su condición de compañeras en Ellas Crean y asumen el rol agresivo que señala el libreto que han escrito juntas. “No se maquille, ¿quién la va a mirar?”, “No sirve para nada”, “Debe ser un castigo de Dios”, “¿Para qué estudia, si usted no aprende?” son algunas de las frases hirientes que le gritan a Sofía.
El teatro crea la magia, la ficción se instala en el público para incomodarlo, para hacerle preguntas sobre el trasfondo de esta escena, que referencia las realidades vividas por las personas que sufren alguna situación de discapacidad.
Sofía interrumpe las elucubraciones de los asistentes para hablarles con voz firme. “Mientras ustedes se ponen sus zapatos, yo me pongo los míos. Puedo hacer todo lo que las demás hacen, pero distinto. Soy activista por los derechos de las personas con discapacidad, la silla de ruedas es mi horma. Me reconozco mujer, autónoma y libre”.
Las palabras de Sofía iluminan, dan la entrada a un nuevo momento del performance. Entonces las demás mujeres del grupo toman con sus manos las hormas de zapato que han elaborado con anterioridad. Cada una habla para compartir la naturaleza de esos moldes simbólicos que sus manos han producido, moldes que han tenido que transformarse con el tiempo y que hablan de sus dolores, sus luchas, sus alegrías; de su vivencia como artistas, como mujeres en tiempos de guerra, como mujeres en una sociedad que a veces no escucha sus pedidos.
En el performance la parte de las hormas tarda solo algunos minutos, pero en realidad llegar a esas historias es producto de un trabajo iniciado desde el año 2017, para inventar un universo de confianza y afecto llamado Ellas Crean.
Ellas Crean nace en el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia a partir de julio de 2017 como un encuentro con mujeres artistas y gestoras culturales. En principio el grupo se orienta al fortalecimiento del quehacer artístico de las participantes, por ello se realizan talleres sobre marketing digital, creación de contenidos, control del pánico escénico y algunos tips de maquillaje y vestuario.
Sin embargo, con la vinculación de la Corporación Convivamos este enfoque cambia. Sin dejar de lado la dimensión artística de las participantes, las preguntas que se formulan en los encuentros empiezan a tocar el arte como un lugar de sanación y reconocimiento de su potencial creador femenino para superar y transformar algunas de las situaciones que han debido enfrentar a lo largo de su vida, muchas de ellas relacionadas con la violencia y la discriminación.
Como resultado de estos encuentros surge el performance Creo mi horma, que se ha presentado ya en el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia. Se generan además intercambios con otros grupos de mujeres de Medellín, pero sobre todo se consolida un grupo que ha redescubierto lo que significa la palabra sororidad.
“Yo llevo en Ellas Crean desde lo que hace que se fundó y me ha parecido algo maravilloso porque es dejarme hablar de lo que a mí me duele y que otra persona me escuche, que me pueda desahogar porque todo el mundo no lo escucha a uno. Las mujeres nos cohibimos y nos aguantamos, en parte a veces porque la familia no escucha.
Este grupo es una compañía, hemos contado sobre el reasentamiento del barrio, vivencias que le pasan a la una, a la otra. Todas sin darnos cuenta hemos llorado, porque nos duele y hemos tratado de sanar todas esas cosas”.
“Para crear el performance yo me inspiré en lo que vivimos las mujeres con discapacidad. Lo bueno del performance es moverle los sentimientos a las personas para que reconozcan que a veces ofendemos al otro y le quitamos sus derechos hasta sin saber. Las palabras son las que más duelen, en lo físico uno se toma una pastilla y se le quitó el dolor, pero cuando alguien toca el alma es más duro. A mi me han llegado a decir que soy una mujer loca, solo por reclamar mis derechos”.
“Para mí el grupo es un encuentro motivacional, es un encuentro entre amigas, tiene una dinámica muy interesante que nos permite estar en confianza y compartir situaciones, emociones, y la creatividad artística. Somos mujeres que estamos creciendo acompañadas, respetando nuestras diferencias”.
“Para mí es muy importante porque nos relajamos, nos ayudamos, nos enseñan muchas cosas importante. Eso de estar unidas, ayudarnos y cuidarnos, es muy importante”.
Después de compartir con el público las intenciones que mueven la creación de las hormas de zapato que han elaborado, las artistas cantan La Maza de Silvio Rodríguez. Sonrientes agradecen al público su presencia y se agradecen a sí mismas por su capacidad de crear lazos solidarios que cuidan y protegen, lazos que las invitan a valorar más sus habilidades artísticas y a comunicar lo que saben para que otros puedan apreciarlo.
Este artículo hace parte de nuestra revista ¿Qué Pasa? Edición 31, Soy mi barrio, soy mi hogar