Para volver a pasar por el corazón


Cada semana la promotora de lectura toma su maleta de libros dispuesta a transformar un parque, una esquina o una acera en un buen lugar para leer. Entonces transeúntes despreocupados, niñas, niños y jóvenes, se convierten de manera inesperada en lectores, oyentes y narradores. A este ejercicio de lectura ambulante lo nombramos como Leo mi barrio, una iniciativa del Centro de Desarrollo Cultural para conectar las historias de los libros al universo inconmensurable de Moravia.

Leer, hablar, pintar y recordar, fue lo que nombramos como “Volver a pasar por el corazón”, un momento en el que la lectura se tomó el parqueadero del Oasis, sector del barrio Mora – via, para contar y crear a partir del barrio que nos habita. Algunas historias, sensaciones y recuerdos permitieron que fluyera la conversación que esa tarde tuvimos con niños, niñas y jóvenes del barrio, que acompañaron nuestras actividades entre el ruido y el movimiento que se presenta en un lugar que como este. El Oasis vibra todo el tiempo.

“Un oasis es un lugar donde se encuentra agua y vegetación en los desiertos, es como un paraíso en medio de la nada…”.

Un oasis es un lugar donde se encuentra agua y vegetación en los desiertos, es como un paraíso en medio de la nada, algo que se considera difícil de encontrar. Por ello, no es coincidencia que este sector se haya nombrado de esta forma. Los habi – tantes del Oasis han tenido que reinventar muchas veces el espacio donde viven, por la voracidad de los incendios que varias veces lo han consumido; sin embargo, sus moradores conservan la alegría y la fuerza de sus memorias. Así lo expresaron los niños y niñas al representar su barrio, formado por casas de colores rodeadas de montañas, que unidas formaron un Oasis que simboliza el barrio que habitan pero también que sueñan.

«Si no hay recuerdos, no sabríamos a dónde ir» revela uno de los niños participantes del encuentro. Por eso, dejamos que el recuerdo se convirtiera en palabras, hablamos sobre lo que significar recordar y de la vitalidad que tienen las memorias cuando se convierten en relatos, pues como uno de ellos decía: «Dejaríamos de existir si las historias se acabaran». No todo lo que habita la memoria es feliz. Susana aludía a uno de sus recuerdos, evocando un momento reciente en el que algunas de las casas de este barrio fueron retiradas de su lugar, decía: «Yo vengo de Venezuela, y este fue el primer lugar donde llegué, a mí me gusta mucho porque he conseguido amigos, pero cuando vi también el día de esa guerra acá en el barrio, yo pensé que también me iba a tener que ir». Finalmente, esta tarde y sus historias terminaron con una reflexión sobre lo que significaba El Oasis para cada uno.

José Molina, un joven de 22 años que acompañaba a una pequeña en su ejercicio de representación del barrio, habló de su Oasis, evocando alegrías y tristezas, pero resaltando la importancia que tiene este lugar en su memoria «En El Oasis fue mi infancia, donde jugué, donde mi madre pobremente nos crió, donde me crié con muchos y quedaron pocos». Así mismo, Alan Quintero de 12 años cuenta que siente un gran cariño por su barrio y que lo que más le gusta de él son sus colores, «Para mí, mi barrio es un lugar muy lindo porque está bien decorado».

El Oasis según sus niños, significa «El corazón de la amistad», «mi alegría», «mi felicidad». Había una vez un Oasis… y muchos recuerdos.


Fuente: Revista ¿Qué Pasa? – Edición 30 / Mujer y ciudad

Por: Ivonnet Quiroz, Camila Carmona y Zarahí Mazo.

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